Heber Sorto
De la rutina
Nuevamente
la ciudad se entrega a sus antiguos ruidos.
Camino como un borrón
en una pizarra en blanco.
Es incómodo el silencio o el bullicio
cuando uno quiere platicar con uno mismo,
para sacarse toda la paja seca
que nos cubre el alma.
Los ojos de de mi hermana en las manos de mi madre
no tiene nada que hacer
mas que inclinarse sobre su hombro.
Entiendo que debo de pagar impuestos
por ser feliz
por amarrar mis emociones en la cola de un caballo,
por cruzar la calle
a visitar los amigos
que un dia olvidaron mi rostro
y dejaron un candado en la garganta.
La ciudad es la puerta al abandono,a la tristeza,
a los insectos.
No tengo prisa por llegar al misterioso espejo
que me repite todos los dias : Estás pálido muchacho.
Episodio
La muerte viene sin lágrimas
a un territorio minado de fragilidades :
papá tenía los ojos como las luciérnagas
y su taza de tiempo se quebró una madrugada.
La vida es una gota cayendo en el centro del océano,
el océano de sueño en sueños se hace hombre,
el hombre se nombra para encenderlo
y la vida misma, mientras tanto, lo apaga.
En memoria de mi hermano
I
Vos ibas y venias con el pólen en la espalda,
todo esto tiene que ver con vos
vos que soñabas con ese caballo de madera
que nunca tuvistes
vos que llegabas
como un pájaro que sabe,
que siempre
hay una venta en pedazos,abierta al fin del universo
II
Nada es normal en cada paso que damos,
Jacinto, mis ojos ya no son iguales,
siento que cuando avanzo, camino
hacia los bordes de los remolinos.
La paciencia no existe.
La esperanza está atorada en la garganta.
Un puño de sangre cubre la pared de enfrente.
Mi mano busca tu mano,
parpadea la angustia.
El silencio despierta y estira sus brazos
para tocarnos a todos.
En este momento
me gustaria verte en el patio de la casa desinflando las nubes,
con tu oficio de filántropo,tu edad tus manos, tus tantas cosas,
olvidadas o desterradas,
con tu serenidad o indiferencia.
Nada es normal en cada paso que damos,Jacinto,
las flores hoy sufren de asma en los pequeños jardines.
III
Através del dia urbano,
el mar con su voz agitada
entra por mi cuarto,
las calles tomadas de la mano
todas viene a mi encuentro,
los relojes se inclinan
para mirar mis zapatos,
los arboles saludan a los peatones
con sus brazos de ramas
el viento de las horas, barre las calles,los caminos.
Se sobrevive,se persiste,se sueña,
se canta,se madura.
Todos llevamos un río con peces en las manos,
una multitud de sueños con voces de horizonte en las miradas.
Todo esto es necesario
para dibujar una flor en un muro de adobe.